No creo que haya una sóla persona en el mundo que ignore el sero problema que en todos los paises se vive respecto del agua. No es ya un asunto de ecología, ni de ser buena onda con el planeta como Al Gore, es un asunto de consciencia y sobre todo, de visión a futuro, no sólo por parte de las autoridades sino de cada uno de los que necesitamos del líquido sin diferencias.
Hace unos días, como igualmente muchos sabrán, el gobierno de nuestra ciudad nos hizo favor de avisar que todos o casi todos (depende de si le creen al gobierno del DF o al federal) los que habitamos la antes ciudad-más-grande-del-mundo nos quedaríamos sin agua, ni una gota, cuatro días seguiditos. Eso sí, unas pipas pasarían a las colonias a repartir agua (así que la gente debería estar preparada cubeta en mano para cuando esto sucediera) o, en su defecto unos camiones reglarían (como sucede siempre en estos casos que están inevitablemente alienados con el populismo) garrafones a las familias.
El problema, además de que como decía el título de la película setentera, el destino nos está alcanzando, es que en este país, especialmente en esta ciudad estamos tan mal acostumbrados, somos tan conformistas que, ante esta situación nadie dijo absolútamente nada. Estoy de acuerdo en que el sistema del Cutzamala (que ya no da para más) necesitaba una arregladita, pero no es posible que cuatro días una ciudad con veinte millones de habitantes se quede sin agua así por que sí y nada pase. El gobierno, en mi opinión, debe ser el primero en tener una visión a futuro de las cosas (ya ni hablar de la basura o de los millones de personas que vivirán en los alrededores de Polanco próximamente, por citar el ejemplo que me queda más cercano y que más me afectará cuando suceda).
La planeación a futuro no es sólo hacer cosas que “parchen” los problemas para que mientras esté determinado personaje en el poder quede bien con los ciudadanos que inclusive puede que voten por él para presidente; es ser consciente de que el dinero de los contribuyentes, osea todos, debe ser usad íntegramente en la vida que llevamos todos los días, y que esta sea de calidad. Poner una alberca comprada en el Sam´s en pleno Zócalo no es otra cosa más que distraer a la gente (bastante distracción es ya el show de la semana santa) de lo que relmente importa, como el hecho de que mientras se bañan diez minutos en pleno Centro en sus casas no hay agua en el baño y… ni modo?
El tema se presta para escribir muchísimo, pero como suele suceder, son esas cosas que después de un rato se olvidan, como ha pasado con todo siempre, si no, pregúntenle a Bejarano y su esposa que ya andan en el candelero político otra vez después de que todos vimos nuestros billetes (sí, nuestros) entrar en sus bolsillos hace no mucho tiempo.