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Lo-Fang escogió su propio nombre porque “su sonido hace referencia a lo femenino y masculino” en todos nosotros, lo cual es una de las características exploradas en el mundo contemporáneo: el deseo de conciliar o desdibujar, en mayor o menor medida, las diferencias entre lo que nos hace diferentes.
Así mismo, Lo-Fang no sólo busca expresar con su nombre lo que a su juicio es característico de nuestro mundo, sino que su música sigue esa misma línea. Una combinación de instrucción clásica, mucho piano y violines, con sonidos electrónicos orientados al dub-step (recordándonos a James Blake o Sohn), y una voz que es a la vez dulce y muy triste, melancólica y un poco sexual. Así suena Lo-Fang.
Claro que la mejor manera de ubicar su música es pensar en el cortometraje/comercial para televisión de Chanel #5 hecho por Baz Luhrmann, ese en el que “You’re the one that I want” de Grease es re-interpretada a un nivel casi irreconocible de dulzura y belleza.
Sin importar si sus canciones son propias o “prestadas”, Lo-Fang se encargase que las letras, la música y los elementos más disímbolos en la composición se conjunten de una manera armónica, lo cual sólo se logra despeñes de años de estudios y preparación como músico clásico que luego se convirtió e artista pop. Aclamado poco a poco por más y más gente al rededor del mundo, no sabemos si Matthew Hemerlein, (su nombre real) lo superará, logrará controlar la fama y la fortuna (y una probablemente poco fructífera, aunque comercialmente muy positiva, amistad con Lorde), pero de ser así, junto con Sohn, Blake y Jamie XX se está escribiendo una página nueva, muy contemporánea e interesante (aunque poco estridente) de la historia de la música.