Llegué a mi casa, prendí el estereo, puse el CD que saqué de un sobre de cartón, cuya imagen en la portada es de esas que te causan por un lado, un sentimiento de deseo que sabes que no deberías sentir, y por otro, un morbo espeluznante que te atrae más y más. Di click en “play” y durante los siguientes cuarenta y cinco minutos me perdí… Pasado ese tiempo, vovlví en mi y me pregunté qué habría pasado. Una media hora después volví a escuchar el CD!
Se llama 20Ten, en la portada la imagen me sigue cautivando por que presenta a un individuo cuyo nombre ha desaparecido y vuelto a aparecer como si fuera parte de un truco de magia, o más aún, una pancarta llena de mensajes que no siempre se pueden entender adecuadamente, es más, no es correcto verlos en todo momento. Así es la música del que hoy de nuevo se llama Prince (o simplemente Prince logo.svg).

Algunas veces, muy pocas personas alcanzan cierto estatus que impide que algo que haganm de hecho, sea malo. No sé si es la mucha experiencia que tienen en su arte, suerte, respeto forjado pieza tras pieza, año tras año, o la adoración que todos sienten por ellos, pero al parecer es imposible decir que algo no les sale…aunque no sea lo que ejor les ha quedado en años.

Lejos está Purple Rain, o Sign o´ the Times… al parecer nunca se volverá a escribir algo como Gold, Little Red Corvette, 7 o Get Off, pero no importa, aún así las diez canciones (de la uno a la nueve y luego hasta la 77… excéntrico como nadie!) que componen el 20Ten son una delicia. Funk-Pop, Rock, Soul y mucho Gospel se mezclan para crear un ambiente único donde, si bien ya no se oyen frases como “…you sexy mother fucker…” o “…twenty-three positions in a one-night stand…” eso no limita las posibilidades eróticas que forman parte inseparable de la música de Prince.
Exótico como ha sido siempre, su look casi no ha cambiado. Andrógino, exesivamente estilizado, revestido en tonos morados, su album deja entre ver el espíritu que heredó de James Brown y que ha sabido potenciar al máximo. Simplemente es una joya más en la corona del príncipe. Es cierto, no es el mejor de sus discos, ese tal vez ya se hizo y nunca nos dimos cuenta, o tal vez no se hará nunca, pero escuchar y escuchar es el mejor ejercicio para decidir lo anterior, o al menos , para ponerse muy muy muy sensual. En estas semanas he escuchado el CD más de cien veces, lo puedo asegurar y además ha revivido en mi deseo de oir esa voz en todo momento (todos los CD´s alguna vez olvidados han vuelto a ver la luz). Enjoy!