La hora del planeta es una iniciativa del WWF que busca concientizar a todo el mundo sobre la necesidad de reducir, cambiar inclusive, nuestro hábitos en el uso de energía. Si bien es cierto que una hora al año no va a cambiar mucho (aunque el ahorro de energía, en cifras al menos, es bastante espectacular), lo importante radica en la idea detrás de ello.
Claramente nunca nada va a cambiar en el mundo, sobre todo en algo como el asunto de la huella humana en el cambio climático si, de hecho, no cambia la percepción que cada uno tiene respecto de su mínima y muy importante responsabilidad en los hechos y las posibles soluciones. La idea de tener un evento donde, aún sin que nos conste, estamos haciendo algo que sucede igualmente en todo el mundo, siempre es atractiva. La consciencia global sobre los problemas, la responsabilidad compartida y el beneficio mutuo son siempre un motor que activa acciones de relativa importancia práctica pero, que a la vez, abren la posibilidad de concientizar, lo cual es básicamente el primer y más importante paso para que las cosas cambien.
El sábado pasado a la hora mencionada estaba en casa (sí, ya sé, en sábado por la noche en mi casa…) y decidí apagar las luces como se suponía que lo harían millones de personas en el mundo. No crean que es toda una experiencia, de hecho no es ninguna novedad, apagas la luz y te pones a hacer otras cosas; una siesta para recargar pilas antes de la fiesta, prender una vela y leer un poco, tener una cena íntima, usar, irónicamente, el iPod (previamente cargado) y escuchar música… pasar tiempo con uno mismo. Las opciones son muchas si se usa un poco la imaginación. Lo importante es hacerse el hábito de gastar menos energía, en este caso eléctrica, día con día. Enjoy (with the lights off)!