El País publicó ayer esta deprimente, pero muy realista nota, sobre el 2009 en México y lo mal que pinta en muchos aspectos el 2010. Ni modo, como decía la Pacheco “Aquí nos tocó vivir”, y ojalá hagamos algo, desde cosas simples como dejar de comprar piratería, no dar “mordida” para evitar una multa… en fin, dejar de ser gandallas unos con otros, ponernos las pilas, exigir nuestros derechos y no afectar los de los demás.

Uvas amargas en México
El país norteamericano acaba un ‘annus horribilis’ en el terreno económico.- 2010 se estrenará con nuevos impuestos y más críticas al Gobierno

La broma la adoptó el propio presidente Felipe Calderón. En una de sus últimas reuniones del año, con legisladores de su partido presentes, el mandatario declaró que lo mejor de 2009 es que estaba por finalizar. Con las campanadas que marquen el inicio de 2010, sin embargo, el alivio estará lejos de llegar: los mexicanos recibirán nuevos impuestos al consumo y a la renta, así como nuevas tarifas de diversos servicios, que entrarán en vigor desde primer minuto de enero.

‘Annus horribilis’

El annus horribilis mexicano que fue 2009 terminó de concretarse con la caída de la venta petrolera, el costo por el equivalente a un punto del PIB, debido a las consecuencias de haber sido el país donde se originó la gripe A -el turismo se derrumbó durante meses- y la disminución de las remesas que desde Estados Unidos envían los migrantes. Aunque por la variación al alza del precio del dólar los mexicanos recibieron de sus paisanos prácticamente el mismo monto de pesos, se calcula que las remesas caerán al cierre de este año un 10%, cifra que adquiere dimensiones de gravedad en regiones como Zacatecas, en las que representan casi el 50% de los ingresos.

“Tenemos que tomar conciencia para hacer los cambios que nos lleven a crecer al 5% o al 6% como lo hará Brasil, y generemos entre 800.000 y un millón de empleos. Esta crisis es un llamado de atención a la clase política”, agrega Martínez. De no ser así, ni siquiera la recuperación en EE UU servirá de mucho a un país como México, que quitando su languideciente industria petrolera recolecta entre sus ciudadanos menos del 11% del PIB, una cifra inferior a la de El Salvador.