Todo parecía indicar que esta semana, el día que “secuestraron” un avión mexicano, las cosas se pondrían interesantes. No me mal interpreten, no es que tenga un extraño agrado por las desgracias ni mucho menos, pero bueno, siempre es algo relevante una noticia de semejante magnitud en el propio país.

A la hora de la hora resultó que el “secuestro” no fue más que la payasada de un loco fanático religioso, y es ahí en dónde, después de pensarlo un poco mejor, empieza lo interesante. Por un lado, el despliegue de policias (“elementos” como les dicen en las noticias) fue una cosa de asombro. Pero ¿de dónde salieron tantos individuos “altamente capacitados” en emergencias terroristas en nuestro país? Es muy claro que si de algo no se puede jactar nuestra nación es de tener fuerzas armadas o piliciales, y mucho menos de inteligencia, de las cuales estar orgullsos. Ésta semana tuvieron su oportunidad dorada y resultó ser un chiste en donde se puede ver a decenas de individuos con trajes y armas al mejor estilo de Hollywood (entre otras cosas por que sus armas y sus capacidades parecen de utilería). Todos enfiladitos a capturar al temible criminal que se atrevió a perturbar nuestra paz con una amenaza de bomba si no lo recibía el mismísimo Calderón.

Un rato después resultó que todo fue más artificial que una película. Una “bomba” hecha en casa con latas de Jumex y unos foquitos, y un loco que necesitaba ser escuchado por que él, mejor que los más avanzados sistemas sismológicos, sabe que habrá un terremoto en México (aunque no hay que ser ningún genio, ni un terrorista de clase mundial para saber que en una zona áltamente sísmica esas cosas de hecho pasan)… de aquello de que el Mesías vendrá al mundo pronto y que será también en nuestro país, de eso mejor ni hablar, mierda de personas, qué horror!

Así pues los eventos terroristas de esta semana, aunque hayan incluido felicitaciones de Obama y todo, no fueron más que una razón más para reirnos de lo que pasa en nuestro país. Hay quien de hecho, como siempre, piensa que fue un “comploh”. Lo importante es que aparentemente, si sucediera algo grave, la policía sabrá qué hacer al respecto, lo grave es que, aunque esta vez fueron latas de jugo, si fuera algo real, ya nos quedó claro que es super fácil meterlo al avión en una mochilita, nadie lo va a notar.