La otra pregunta que se desprende de la marcha del fin de semana es:

Exactamente de qué estamos orgullosos todos los que tenemos algo que ver con la marcha del orgullo? Y es que la verdad, como en cualquier sociedad, no podemos decir que los homosexuales somos todos iguales, hay osos, twinks, leather, lesbianas muy butch y otras muy femme, y una infinidad de individuos diferentes inclusive, dentro de un grupo social que a los ojos de los demás, todos son lo mismo. La verdad es que ese es parte del orgullo del que se habla en la marcha, el orgullo de saber que aún entre los iguales a ti, todos son distintos, pensamos distinto y nos expresamos de diferente manera.

Ahora bien, me viene a la mente el hecho de que desde siempre hemos querido los mismos derechos y oportunidades que tiene el resto de la sociedad (tal y como las mujeres demandan igualdad de derechos respecto de los hombres o los trabajadores de un sector económico la misma calidad en condiciones laborales que las que tienen otros). El matrimonio, la sucesión de bienes, el compartir prestaciones médicas y financieras, etc., todo ello es con la finalidad de que nuestra sociedad tenga la virtud de ser una misma, unida y solidaria, pero formada por individuos diametralmente diferentes en lo individual, que comparten restaurantes, salas de concierto, transporte, calles… Después de todo, es más importante, creo, ser conscientes de que más allá de la preferencia o la vestimenta o el color, como sociedad en realidad nos hacen daño, no las diferencias entre nosotros, sino el crimen, el desempleo, la falta de agua y todas esas cosas que de verdad, podrían terminar con una sociedad.

El orgullo de ser gay, en este caso, se encuentra presente, se siente vivo cada año en la marcha, así como cada noche en un antro o en la vida probada de cada uno, por que absolutamente que le debe dar gusto a cada quien, ser quien escogió ser. Así como cada vez que la selección nacional de futbol gana un partido (cosa que no pasa ya muy a menudo), todos nos sentimos muy mexicanos, pero se nos olvida muy pronto, y seguimos robándole el cable al vecino, comprando piratería y tirando basura en las calles.

Igualmente entre la gente gay, también sucede que, en muchos momentos somos capaces de “acabar” con otros como nosotros, por que hay que aceptar que nadie es más hiriente como lo podemos ser nosotros entre nosotros mismos. El peso, la edad, la marca de la ropa, el modo de caminar, cualquier cosa puede ser el inicio de la falta de respeto entre aquellos que se supone, te entienden como ninguno otro. “Jotita!” “Gata”, “Zorra”, todo eso, y mucho más, no es algo de lo cuál sentirse orgulloso. Si se quiere que la sociedad respete a las minorías (me choca el adjetivo… mejor dejémoslo en aquellos que piensan diferente), lo primero es que las minorías se respeten entre sí.

Sea como sea, creo (espero) que muchos otros, al igual que yo, estamos felices de ser abiertamente quienes somos, de sentir como sentimos y de no tener los atavismos que otros tienen (prueba de ello está en el baile, la coquetería, la música y muchas otras cosas que otros no hacen por el “qué dirán”). Alguna vez, hace mucho, alguien a quien quiero con todo mi corazón me dijo que no le importaba si yo era gay o no, después de todo ello es como preferir el helado de chocolate o el de fresa; el gusto por ello se experimenta individualmente y nada más!