
Jett Travolta padecía la enfermedad de Kawasaki desde los dos años, dicha enfermedad afecta directamente a la sangre, inflamando los vasos capilares hasta posiblemente reventarlos, produce fiebres constantes y severas y, por consiguiente, convulsiones. La cuestión en todo esto es, como de hecho ha sucedido ya en años anteriores, si la fe en la Cienciología y sus creencias colaboraron en permitir el fallecimiento de un muchacho de dieciseis años.
En términos generales, la mencionada “religión”, entre muchas otras excentricidades, impide que sus miembros reciban tratamientos médicos tales como vacunas o transfuisiones de sangre (o cualquier otro proceso médico que “invada” o altere los fluidos propios del cuerpo). Todo ello sobre la base de que el cuerpo humano es una morada de la entidad espiritual que todos somos; inmortales en escencia y sobre todo, buenos por definición. Si bien es cierto que el organismo humano está estructurado de tal forma que puede combatir diversas enfermedades, también debemos aceptar el hecho de que, existen padecimientos y enfermedades que requieren de atención médica alópata para evitar el dolor y sobre todo, corregir los daños causados por virus o bacterias (posibles causantes de enfermedades como la de Kawasaki) que afectan el cuerpo.
Al rito cienciológico pertenecen muchas figuras famosas, por ejemplo Tom Cruise y su negativa a inclusive tener contacto verbal con su bebé recién nacido ya que el contacto de un nuevo ser con el mundo exterior es tan fuerte que debe hacerse pausadamente y alejado de toda mala influencia viral, bacteriológica o inclusive de “malas vibras”. Así mismo, junto con las negativas referentes a la aceptación de la medicina moderna, dentro de la Cienciología existe la creencia de que los menores no son llibres de decidir sobre cuestiones que se confronten con sus creencias, es decir, un menor como Jett Travolta no puede, aún teniendo la información necesaria para ello, decidir sobre si ser intervenido médicamente o no, eso es cuestión sólo de sus padres.
Casos como este no son nuevos, nada nuevos, la interrogante es, una vez más y como en muchos otros momentos en la historia de la humanidad, si la religión, cualquiera que esta sea, y sobre todo cuando se convierte en fanatismo, no se opone a los derechos más básicos de los hombres, sobre todo el de la libre decisión sobre su cuerpo.